Por: Kvelda
¡Aquí estamos! sólo estábamos de parranda (una fiesta reaaalmente larga, llena de impuestos y trabajo, mucho trabajo). Sé que han pasado semanas desde que escribimos por aquí y lo importante es que estamos de nuevo en la marcha. Primero, eso sí, me disculpo y espero que les gusten las nuevas entradas de este, nuestro pequeño blog hiperespecial. Para intentar compensar nuestro silencio, presentamos una y otra y otra entrada para que se diviertan con nosotros. (Viva Portishead!!!) (y Placebo!) (y Lluvia!)
Ahora. Empecemos. En esta ocasión me toca escribir sobre arte, y como lo único que domino a medias, con ciertos vacíos de poder (ja) es la fotografía, platicaré de lo que hice y aprendí hace unas semanas. Érase una vez un fotografito perdido en el bosque urbano de nuestro incipiente pueblo ambulante, cuando a lo lejos ve que llegan dos fotógrafos muy diferentes entre sí, uno con una bolsa de métodos en el hombro, y la otra, con un costal lleno de retórica. Ella, Oweena Camille Fogarty: antropóloga convertida en fotógrafa, doctora en artes por la Universidad de La Habana y la única estadounidense que sale a trabajar con huipiles. Él, José Hernández Claire: arquitecto devenido a fotógrafo (aparentemente es algo regular en la especie), amante de la foto documental y profesor de sus propios métodos de trabajo. Ellos, en días diferentes, se sientan en la plaza del pueblo planetario a compartir sus experiencias icónicas. El fotografito perdido se acerca a ellos y descubre…
Quiero compartir con ustedes lo que aprendí cuando estos dos creadores llegaron a dar un par de cursos acá a Villahermosa de los Santos Pececitos. Dentro de la fotografía existe una fijación por fotografiar lo que no ves, por replantearte la relación entre percepción y fotografía, con y sin la vista. Y ellos llegaron para explorar estas dinámicas.
Por una parte, Hernández Claire plantea su proceso llamado Blind Shooting. Es una cosa bastante divertida, más obvia de lo que parece y para aquellos que les interesa aprender a tomar fotos, una de las mejores maneras para hacerlo. El principio es simple: sales a la calle con un sólo objetivo, tomar fotos sin ver a través del visor. En nuestro caso salimos al centro de la ciudad a recorrer las inevitables calles y fotografiar desprevenida a la gente -«el fotógrafo es como un asaltante», dice Don José… cómo les explico que yo no estoy de acuerdo, pero luego escribo un ensayo sobre la foto, jaja-.
Parece sencillo, pero realmente es toda una habilidad, ya que dependes completamente de tu sentido geométrico-antropométrico (que bonita palabra!) para hacer las tomas, calculando todo con tu cuerpo, la posición de tu brazo, la extensión de tu mano, el movimiento de tu muñeca. Lo más destacable es que aprendes una cosa fundamental: hacer las fotografías desde antes siquiera de tomar la cámara. ¿Les ha pasado? Van por la calle, ven un fenómeno y dicen «ahí está una buena foto», pues aquí aprendes también a saber exactamente cómo la tomarás: si al nivel, picado, contrapicado, en qué plano, americano, medio, close up, general, holandés, cenital, observas cómo pega la luz en el motivo, etc. Siempre he mencionado que, por lo menos para mí, cuando cambié de la fotografía análoga (de rollito) a digital, también cambió mi forma de tomar las fotos. Ahora tomaba fotos con la mano, la cámara era la cereza de mis articulaciones.
Por otra parte, la Dra. Oweena -que por cierto, trae un rollo metafísico conceptual bieeeen denso- nos llevó a hacer una dinámica similar, pero con un alcance mucho más interiorista (aunque suene contradictorio). Yo le llamaría Blindfold Shooting (qué bonitos nombres me invento!) y está inspirado en la experiencia de nuestro querido Evgen Bavcar, de quien ya hablamos por aquí. Ah, nada más de recordar esos momentos, uf.
Ella plantea la necesidad de encontrar un nuevo eje entre la cámara, la mente y el corazón -lo que Cartier Bresson llama «el momento decisivo»-, y para lograr ello, debes aprender primero a percibir con todo tu cuerpo cada movimiento, cada cambio en el ambiente. No niego que tuve mis dudas, ya que todo acercamiento metafísico siempre me pone en un estado de eek, sin embargo, confío en su trabajo, así que me dejé llevar. La dinámica fue la siguiente: manejamos hasta llegar a un sendero ecológico simpático, a las orillas de un río sonriente que hay cerca de la ciudad -donde la gente llega a bañarse y hacer picnics-. Cada uno tenía que llevar algunos objetos que hubiesen sobrevivido a la Gran Inundación, objetos que nos significaran el mundo para nosotros. Yo llevé un álbum de fotografías, un conejo pescador y un juego de ajedrez inca-colonial.
La dinámica era en parejas, y primero teníamos que estar sentados a la orilla del río, con nuestros objetos a la mano y con los ojos vendados. Hasta que estuviéramos listos. En mi caso lo supe cuando escuchaba cada cambio, cada golpeteo del río con las piedras. Es asombroso caminar y sentir el sol en tu piel cuando no ves nada. En fin, la idea era que aprovechando el espacio y los objetos, nos creáramos la imagen a fotografiar dentro de la cabeza, saber exactamente cómo acomodar la cámara, los objetos, el ángulo. Todo con los ojos vendados. Me maravillé de dos cosas, por un parte, cómo por instinto encuentras maneras de marcar los puntos, de medir la distancia, de calcular los encuadres; y dos, de que realmente, al ser tus objetos tan significativos, sientes cómo crece ese deseo humilde, vulnerable, de fotografiarlos, sientes cómo necesitas poseerlos, eternizarlos, conversar con ellos a través de una fotografía.
Estas y cada una de las palabras que escribo están dedicadas para ti, chiquita! Te amo y ya estamos de regreso, juntos! Ves la frase de abajo? Solamente tú estás en mis fotos, todo el tiempo, en mis ganas de ver.
¿Cómo ven? Parece ocioso, pero realmente les invito a que realicen cualquiera de las dos dinámicas, ambas son enriquecedoras y creo que te replantean tu propia necesidad de creación a través de la percepción. Las fotos que acompañan el texto son las que tomé durante esas dinámicas. Espero que les haya gustado y saluditos. Como Los Cazafantasmas, estamos de regreso !
No tomamos una foto sólo con una cámara y listo; el acto de fotografiar viene acompañado de todos los libros que hemos leído, todas las películas que hemos visto, toda la música que hemos oido y todas las personas que hemos amado. Ansel Adams
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